Thursday, November 27, 2008

La democracia en América


"Es necesaria una ciencia política nueva para un mundo enteramente nuevo"

Saturday, November 22, 2008

Harriet Taylor Mill


To the beloved and deplored memory of her who was the inspirer, and in part the author, of all that is best in my writings the friend and wife whose exalted sense of truth and right was my strongest incitement, and whose approbation was my chief reward. I dedicate this volume. Like all that I have written for many years, it belongs as much to her as to me; but the work as it stands has had, in a very insufficient degree, the inestimable advantage of her revision; some of the most important portions having been reserved for a more careful re-examination, which they are now never destined to receive. Were I but capable of interpreting to the world one half the great thoughts and noble feelings which are buried in her grave, I should be the medium of a greater benefit to it, than is ever likely to arise from anything that I can write, unprompted and unassited by her all but unrivalled wisdom

Wednesday, November 19, 2008

Amar ingenuamente.


Tal vez no era pensar, la fórmula, el secreto.
sino amarse y amar, perdida, ingenuamente.

Idea Vilariño

Thursday, November 13, 2008

El sometimiento al amor



Si un dios me dijera "vive sin amor", yo le suplicaría que alejara de mí tal orden: hasta ese punto la mujer es un mal agradable. Cuando he llegado a un aburrimiento total y ha menguado en mi espíritu el fuego de la pasión, me veo empujado por no sé qué torbellino de mi mente desgraciada. Como un caballo demasiado duro de boca arrastra al precipicio a su jinete que en vano sujeta el freno lleno de espuma, como un viento repentino arrastra a alta mar a una barca, cuando casi ya tomando tierra tocaba puerto, así me arrebata a mí muchas veces la brisa inconstante de Cupido, y el Amor vestido de púrpura vuelve a tomar las armas conocidas.
¡Dispara, niño, contra mí! Desnudo y sin armas me ofrezco a ti; aquí tienes tú fuerzas; aquí actúa tu diestra: hacia aquí llegan ya espontáneamente tus flechas, como si tú se lo hubieras mandado. Apenas su alijaba le es más conocida que yo.
Infeliz aquel que consiente en estar descansando la noche entera y llama al sueño su gran recompensa. Tonto, ¿qué es el sueño sino la imagen de la helada muerte? Ya te dará el destino tiempo ilimitado para que descanses.
A mí, que me engañen unas veces las palabras de mi traicionera amiga, y que otras me diga lindezas o me dirija reproches. Disfrute yo a menudo de mi dueña, a menudo retíreme rechazado. Es por tu culpa, Cupido, por lo que tu padrastro Marte es ambiguo: mueve tu padrastro sus armas a ejemplo tuyo. Tú eres ingrávido y mucho más obediente al viento que tus alas: y das y niegas los goces con incierta constancia. Pero si, en compañía de tu hermosa madre, escuchas mis ruegos, ejerce sobre mi corazón tu poder sin abandono. Sométanse a tu poder las mujeres, muchedumbre demasiado veleidosa: habrás de ser venerado así por ambas partes.


Publio Ovidio Nasón

Ovidio y sus mujeres.


No me atrevería yo a negar mis costumbres licenciosas ni a promover a causa de mis vicios una contienda basada en la mentira. Confieso mis faltas, si de algo sirve confesarlas. Ahora, después de haberlas confesado, vuelvo, loco de mí, a mis delitos. Lo odio, pero no puedo dejar de desear lo que odio. ¡Ay! ¡qué pesado es soportar aquello de lo que te esfuerzas por despojarte! Pues me faltan las fuerzas y la ley para gobernarme. Soy zarandeado como una barca arrastrada por la rápida corriente.
No es un determinado tipo de belleza el que provoca mi amor. Son cien los motivos para que yo siempre esté enamorado. Si hay alguna que baja hacia sí sus vergonzosos ojos, me abraso por ella y ese su pudor es para mi una asechanza; si hay alguna que sea atrevida, me veo cautivado por ella, porque no es pueblerina y promete ser inquieta en el blando colchón; si alguna me ha parecido desabrida, émula de las severas sabinas, pienso que me quiere pero que en el fondo lo disimula; si eres culta, me agradas por poseer tan insólitas cualidades; si eres ruda, me resultas placentera por tu sencillez. Hay una que dice que, al lado de los míos, los versos de Calímaco son rústicos: a la que le gusto, al momento ella también me gusta a mí; hay también una que me censura como poeta y que critica mis versos: quisiera tener debajo de mí muslo a la que me critica. Es sensual en sus andares: me cautiva su movimiento; otra es altiva: pero podría ablandarse al contacto con un hombre. A ésta, porque canta dulcemente y modula con facilidad su voz, quisiera darle besos furtivos mientras está cantando. Esta pulsa con su hábil pulgar las quejumbrosas cuerdas: ¿quién puede dejar de amar manos tan sabias? Esa me place por sus ademanes, mueve los brazos con ritmo y dobla su cadera delicada de modo sensual. Para callar sobre mí, que por cualquier motivo me veo seducido, pon al lado de ésa a Hipólito y se convertirá en Priapo. Tú como eres tan alta, te pareces a las antiguas heroínas y puedes abarcar el lecho entero cuando yazcas sobre él. Esta es manejable por lo pequeña que es; ambas me destrozan: se avienen con mi deseo tanto la alta como la baja. Si no se arregla, me imagino cuanto podría aumentar sus encantos si se arreglara. Va adornada: entonces es que exhibe sus propias cualidades. Me cautivará una muchacha de pálida tez, me cautivará una rubia. También en la tez morena hay un atractivo seductor. Si unos cabellos oscuros cuelgan sobre un cuello de color nieve, Leda fue digna de admiración por su cabellera negra. Si son rubios, también la Aurora estaba atractiva con sus cabellos azafranados. A todas las leyendas se adapta mi amor. La edad juvenil me atrae y me seduce la edad más madura: una destaca por su hermosura exterior, la otra por su modo de ser. En resumen, mi amor está al acecho de todas esas mujeres que gozan de prestigio en Roma entera.

Publio Ovidio Nasón