1. La raza cósmica. José Vasconcelos.
2. Visión de Anáhuac. Alfonso Reyes.
3. Historia verdadera de la conquista de la Nueva España. Bernal Díaz del Castillo.
4. Perfil del hombre y la cultura en México. Samuel Ramos
5. La fenomenología del relajo. Jorge Portilla.
Friday, September 3, 2010
Sunday, April 18, 2010
Textos Pazianos.
Qué hice qué hiciste qué hemos hecho? el laberinto de la culpa sin culpa, el espejo que acusa y el silencio que se gangrena, el día estéril, la noche estéril, el dolor estéril, la soledad promiscua, el mundo despoblado, la sala de espera en donde ya no hay nadie. Camino andado y desandado, la vida se ha ido sin volver el rostro.
Escribo sobre la mesa crepuscular, apoyando fuerte la pluma sobre su pecho casi vivo, quegime y recuerda al bosque natal. La tinta negra abre sus grandes alas. La lámpara estalla y cubre mis palabras una capa de cristales rotos. Un fragmento afilado de luz me corta la mano derecha. Continúo escribiendo con ese muñón que mana sombra. La noche entra en el cuarto, el muro de enfrente adelanta su jeta de piedra, grandes témpanos de aire se interponen entre la pluma y el papel. Ah, un simple monosílabo bastaría para hacer saltar al mundo. Pero esta noche no hay sitio para una sola palabra más.
Octavio Paz.
Thursday, February 25, 2010
Jardines errantes

No es fácil aceptar que las cosas son como son. Su conflicto me hace recordar otros, por los que yo o amigos míos han pasado. Todavía no conozco una tentativa amorosa que haya terminado bien. Acaso la esencia del amor consista en un breve choque y luego la separación, la muerte, o la lenta transformación del amor en odio mutuo. Al mismo tiempo, estoy seguro que las fuerzas que desencadena el amor - ¿o es él quien las libera? - y los recuerdos que nos hace entrever son los únicos bienes que tenemos sobre la tierra, el verdadero fuego - en el sentido prometeico -. Quizá fracasamos porque somos mortales -y porque, siéndolo, no nos resignamos a morir-. Pero no se sienta traicionado. Muchas veces yo he sentido lo mismo. Más tarde, he pensado que nadie nos traiciona -ni siquiera nosotros mismos (toda traición necesita, aunque parezca monstruoso, la complicidad del traicionado) - No, nadie nos traiciona -excepto nuestra naturaleza, nuestro ser, que no es capaz de resistir el fuego sin quemarse o sin degradarlo en odio-. A veces pienso que las religiones tienen razón (una razón de ser más profunda que la razón pensante) porque se fundan en el sacrificio. Si el amor es fuego, sólo puede devorar, quemar, cuando no rehusamos a su quemadura, quemamos a lo que amamos. Y de todas maneras se produce el sacrificio. Así, el amor - como todo lo que vale la pena- nos coloca ante una disyuntiva: o el sacrificio o la tortura de aquello que amamos...
fragmento de una carta de Octavio Paz dirigida a Jean Claude Lambert.
Ginebra 6 de Julio de 1953.
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