
¿Podría usted dar una respuesta a la pregunta que hace en el laberinto: ¿Qué es lo que da sentido a nuestra presencia en la tierra? Por otra parte, ¿Ha encontrado México esa "forma" que desde hace siglos busca y combate a la vez?
OP: Comenzaré por la segunda pregunta: México no ha encontrado esa "forma". En el zapatismo había probablemente el gérmen de la respuesta. Pero otra vez se han superpuesto formas externas a nuestra realidad y se han aplastado a los gérmenes de salud que había en la revuelta zapatista. Evidentemente, en el campo de la creación poética y literaria sí, ahí hay expresiones que me devuelven la fe en la originalidad de México. En cuanto a saber "lo que da sentido a nuestra presencia en la tierra": me reconozco hombre no en la respuesta que podría dar ahora a esta pregunta sino en la pregunta misma. Esa pregunta, repetida desde el principio, desde Babilonia y aun antes, es lo que da sentido a nuestros afanes terrestres. No hay sentido, hay búsqueda del sentido.
En el último capítulo del libro, usted afirma que en nuestro mundo el amor y la poesía son forzosamente marginales. ¿Sigue usted pensando que hay una oposición entre historia y poesía?
OP: Creo que hay una oposición fundamental entre lo que yo llamo la realidad real y la otra realidad. Hay una frase de Marx que luis buñuel pensó en utilizar como subtitulo de su película "La Edad de Oro". Usted sabe que el tema de esa película es la suerte del amor en el mundo moderno. La frase de Marx es, en español. un alejandrino perfecto: En las aguas heladas del cálculo egoísta. Eso es la sociedad. Por eso el amor y la poesía son marginales.
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