
Los diálogos amorosos muestran el mismo carácter. Los amantes se "quitan las palabras de la boca". Todo coincide: pausas y exclamaciones, risas y silencios. El diálogo es más que un acuerdo: es un acorde. Y los enamorados mismos se sienten como dos rimas felices, pronunciadas por una boca invisible.
Fragmento: El arco y la lira.
Octavio Paz
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