Monday, July 7, 2008

Carta # 31


EMBAJADA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS EN FRANCIA

París, a 23 de Noviembre de 1949

Don Alfonso Reyes,
México D.F.

Muy querido don Alfonso:
Ayer envié, por aéreo, el texto completo de Laberinto de la Soledad, el librejo sobre algunos temas mexicanos. En el penúltimo capítulo, "Nuestros Días", me detengo un poco sobre la significación de su obra. Si le interesa, pídale el fragmento a Silva Herzog. Y, si tiene tiempo y humor, déle un vistazo al libro. Recibiría con gratitud cualquier crítica suya.

Me dicen que ya terminó la traducción de la Ilíada. Es admirable. ¿Se publicará pronto? ¿Es verso o prosa? Se me ocurre que ha de ser en alejandrinos, el único metro, acaso, que posee la "monotonía" que exige la épica y que dicen tiene Homero. Pero nuestro metro es más terrestre; cabalga pesadamente y a veces se confunde con la prosa. Me imagino que los hexámetros sonaban a oleaje marino. (Tengo un amigo griego, buen poeta, que me ha recitado algunos fragmentos de la Odisea. Hoy, que cene con él, me propongo hacerlo que recite)


(Sobre el Laberinto de la Soledad)
No faltará quen enseñe el "Fatigado Diente" y que lo acuse de dar la espalda a México. Además de que se trata de gente que no lo ha leído, le confieso que el tema de México así impuesto, por decreto de cualquier imbécil convertido en oráculo de la "circunstancia" y el "compromiso" empieza a cargarme. Y si yo mismo incurrí en un libro fue para liberarme de esa enfermedad que sería grotesca si no fuera peligrosa y escondiera un deseo de nivelarlo todo. Un país borracho de sí mismo (en una guerra o en una revolución), puede ser un país sano, pletórico de su substancia o en busca de ella. Pero esa obsesión en la paz revela un nacionalismo torcido, que desemboca en agresión si se es fuerte y en narcisismo y masoquismo si se es miserable, como ocurre con nosotros. Y una inteligencia enamorada de sus particularismos a quienes no trata como obstáculos o como materia prima para más altas y libres creaciones, sino como ídolos empieza a no ser inteligente. O para decirlo más claramente: temo que para algunos ser mexicano consiste en algo tan exclusivo que nos niega la posibilidad de ser hombres, a secas. Y recuerdo que ser francés, español o chino sólo son maneras históricas de ser algo que rebasa lo francés, lo español o lo chino.

Y nada más, sino un abrazo cordial de su amigo que lo admira y lo quiere.

Octavio Paz.

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