México y Mayo 1950
¡Qué libro tan claro y noble, querido Octavio Paz, su Laberinto de la Soledad! ¡Que probidad, qué justicia y que elegancia! (¿No serán lo mismo en el fondo?). Me resisto a empañar la expresión de mi enhorabuena con agradecimiento de orden personal. Pero ¿cómo evitarlo, si lo quiero de veras y ninguna palabra suya me deja indiferente?
Ya va Ud. por su camino derecho. Desde mi cansancio y mi alegre vejez, le abro los dos brazos, efusivamente.
Su
Alfonso Reyes.
¡Qué libro tan claro y noble, querido Octavio Paz, su Laberinto de la Soledad! ¡Que probidad, qué justicia y que elegancia! (¿No serán lo mismo en el fondo?). Me resisto a empañar la expresión de mi enhorabuena con agradecimiento de orden personal. Pero ¿cómo evitarlo, si lo quiero de veras y ninguna palabra suya me deja indiferente?
Ya va Ud. por su camino derecho. Desde mi cansancio y mi alegre vejez, le abro los dos brazos, efusivamente.
Su
Alfonso Reyes.
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